La estancia de la Virgen de los Desamparados (principios del siglo XIX)
“No había ninguna arboleda cerca de la casa, ni siquiera un solo árbol de sombra o planta cultivada; había, en cambio, algunos grandes corrales para el ganado, del cual tenían seis o siete mil cabezas. (…) Tenían habitación en la casa una mujer - una vieja negra y canosa, horriblemente fea, de unos setenta años de edad - y unos dieciocho o veinte individuos de diversas edades (…). Había un capataz y siete u ocho peones, siendo los demás todos agregados, o hablando claro, un tropel de vagabundos que se apegan a esta clase de establecimientos como perros errantes atraídos por la abundante carne, y que, de tarde en tarde, ayudan a los peones en sus tareas. La carne consumida y la que se desperdiciaba era algo atroz. Después del almuerzo se tiraban con frecuencia hasta diez o quince kilogramos de carne cocida y asada (…)
Pasados varios días, empezó a cansarme la comida exclusivamente de carne, pues ni una galleta era "asequible en esta altura (…) se me ocurrió que con tantas vacas se podría conseguir leche e introducir un poco de variedad en nuestra comida. (…) la negra (…) Declaró que desde la visita del dueño y su joven esposa a la estancia hacia doce años nunca, a su saber, desde aquella fecha, se había ordeñado una vaca en La Virgen de los Desamparados.”
"La Yerra" Polière
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